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El viaje del escritor de ciencia ficción



El viaje del escritor

Por Cristián Londoño Proaño

Una verdad se esconde detrás de toda narración o película de ciencia ficción y de fantasía. Una verdad que en la lectura o en el visionaje de las obras penetra en nuestros sentidos y nos sentimos identificados, sin importar el mundo en que esto se desenvuelva. Bien puede ser, una duna en un desierto de Júpiter o un pueblo mágico medieval. Sucede que en la ciencia ficción, más que en cualquier otro género, se narra el viaje de un héroe (o antihéroe). Un viaje que siempre nos obliga como lectores o espectadores a ser partícipes del camino emprendido. Christopher Vogler, que fue asesor de guiones y jefe de desarrollo audiovisual de Disney, y Joseph Campbell, escritor y profesor norteamericano, estudiaron este tipo de situaciones dramáticas, que no sólo están presentes en las novelas, los relatos y películas, sino en los cuentos de hadas, las religiones, las culturas, los sueños y la vida misma.


Harry Potter

Para Vogler, lo menciona en su libro «El Viaje del Héroe» : «el héroe abandona su entorno cómodo y cotidiano para embarcarse en una empresa que habrá de conducirlo a través de un mundo extraño y plagado de desafíos (…) un lugar que se transforma en el campo de batalla donde limará sus diferencias con el antagonista». Para ilustrar, pongamos el caso de Harry Potter, el personaje de J.K Rowling, en la primera novela «Harry Potter y la piedra filosofal». En el relato (o si se quiere en la adaptación cinematográfico producida por Warner Bros. y dirigida por Chris Columbus), Rowling nos presenta un mundo ordinario: la casa de los tíos de Harry Potter. Luego el joven aprendiz de mago es invitado al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería y vemos como va adquiriendo sus materiales mágicos y tiene varios tropiezos. Al final, Harry Potter termina en Hogwarts. Este Colegio de Magia y Hechicería es su «campo de batalla» contra su antagonista Lord Voldemort. Hemos asistido a un viaje de un joven aprendiz de magia, de su espacio cotidiano hasta llegar a un sitio donde sus habilidades mágicas salen a flote y con mayor fuerza. Ahora, comparemos con la vida de un hombre que trabaja en una oficina cualquiera, y de repente recibe una invitación a unirse a un coro de un grupo de amigos. Esta propuesta mueve su mundo. Si decide asistir, tiene que salir más temprano del trabajo, ante las críticas y burlas de su jefe, compartir menos tiempo con su esposa y sus hijos; y aguantar, las burlas de sus hijos que le dirán que es «un cantante de bañera». Pero no quiere dejarse amilanar y asiste al coro. Gran sorpresa, descubre que tiene una voz extraordinaria. Pero, este burócrata tiene miedo, piensa que quizás se engaña y pierde el tiempo. Este espacio del coro es el campo de batalla, y el antagonista es el mismo hombre. Aquí decide si abandona el coro o coge fuerza y reafirma su talento nato.


En los casos de Harry Potter y del hombre, asistimos al viaje de un héroe, que se enfrenta, el primero, a un viejo enemigo, y en el segundo, a sí mismo. Es cierto que tienen caminos diferentes y distantes, pero tienen en común el salir de su mundo cotidiano, el recorrido lleno de desafíos y el enfrentamiento con un antagonista. Es decir, entre ambos personajes, ficción y realidad, les une una misma esencia anclada en los genes humanos. ¿Acaso la historia de una humanidad no es un eterno gran viaje?


Los Improductivos

Por otro lado, el viaje del héroe empieza en el mismo escritor. El escritor es el primero en asumir el viaje del héroe. Empieza en el instante que escribe su obra y se enfrenta a sus propios demonios. Su antagonista es el mismo escritor. Ya lo dijo el poeta francés Rimbaud: «Yo soy otro». Ese viaje lo hace con lo que lleva puesto, pero con la convicción de salir airoso. Recuerdo cuando empecé a escribir «Los Improductivos» sólo había imaginado el mundo que quería retratar. Un mundo en el futuro lejano (o quizás cercano) habitado por clones. Una sociedad que sólo defendía la productividad y lo improductivo era desechado. Empecé las primera líneas: «El Operador 220 llegó a las seis de la mañana a su Edificio Bursátil en el norte de la ciudad. Atravesó la puerta principal, se dirigió al hall principal y se colocó al final de la doble fila que hacían los otros operadores para ingresar al ascensor. No conversó con sus vecinos. Apenas les miró con cierto desprecio». Ese fue el inicio del viaje a un mundo que me resultó desconocido, pero lo enfrenté con mi personaje. Hice el viaje, me peleé con mis miedos y los vencí. Terminé de escribir mi novela, pero sentí que mi gran aventura apenas empezaba: el viaje del escritor.


En definitiva, el viaje de un héroe o un antihéroe no sólo están presentes en la ciencia ficción y la fantasía, sino en la vida cotidiana. Ahora le toca el turno a usted amable lector, ¿cuál es su mundo? ¿cuáles son los desafíos? ¿cuál es su campo de batalla? ¿cuál es su antagonista? ¿Cómo es el viaje que va a emprender?

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