Verne imaginado
Por Cristián Londoño Proaño
Una de las actividades que cada vez coge fuerza globalmente es la investigación de la literatura en ciencia ficción y fantasía. Hay muchos encuentros y foros académicos de ambos géneros. Incluso, el 9 de octubre leí en el país de España, un reportaje sobre Emmanuel Carrère, en que sentenciaba que el mundo contemporáneo vivía en un mundo que imaginó Philip Dick. Yo diría que es más, vivimos en un mundo de ciencia ficción, por eso, sólo los códigos de la ciencia ficción nos resultan coherentes con nuestra realidad. Es decir, en nuestro mundo contemporáneo, la ciencia ficción comienza su reconocimiento muy merecido, quitado por los críticos nefastos que la sentenciaban como mero entretenimiento.
Volviendo al tema, las investigaciones en la literatura de ciencia ficción son una ardua y tesonera labor, que merecen relevancia, porque tienen un esfuerzo de largas horas en cientos de archivos, una labor de naturaleza detectivesca, una especie de «Sherlock Holmes» académicos. Iván Rodrigo-Mendizabal, es uno de estos encomiables «Sherlock Holmes» que se encuentran en el territorio ecuatoriano. Desde su labor investigativa ha desempolvado, ya desde hace varios años, el pasado de la ciencia ficción ecuatoriana. Hay que considerar que el Ecuador es un país que tiene desmemoria. Es un país que adolece de perder su propio memoria, que tiene esa rara enfermedad nacional. Pero, Iván Rodrigo-Mendizábal nos refresca la memoria y acerca a nuestro pasado.
En el 2018, el investigador boliviano nos trae su más reciente libro “Imaginando a Verne”, un producto de sus investigaciones de los precursores de la ciencia ficción ecuatoriana. Cuando leí esto, me admiré y me pregunté: ¿precursores en la ciencia ficción ecuatoriana?… Pero, ¿por qué me admiré?… Es por el mero hecho de que, antes de las investigaciones de Iván Rodrigo-Mendizábal, vivíamos en la desmemoria de que la ciencia ficción ecuatoriana era un asunto de algunos autores de siglo XX, que medianamente habían escrito algunos textos. Pero, ahora las investigaciones de Iván Rodrigo-Mendizábal nos aclaran el panorama que la historia de la ciencia ficción ecuatoriana viene desde siglo XIX. Los cuentos fueron publicados por primera vez entre 1891 y 1896. Me llenó de mucho asombro y entusiasmo, considerando que como autor de ciencia ficción, pensaba que no habían antepasados en el siglo XIX. Es encantador encontrarse con el pasado, con algo que siempre estuvo presente.
La tarea de Iván Rodrigo fue dura y minuciosa. Como lo menciona el propio autor en el prólogo de la selección: «fruto de nuestro trabajo investigativo, en el contexto de la ciencia ficción ecuatoriana desde hace algunos años (cuyo panorama principal se puede encontrar en la entrada respectiva en The Encyclopedia of Science Fiction, en su versión on line y otras publicaciones, particularmente, en el sitio web Ciencia Ficción del Ecuador), fuimos encontrando (o reencontrado), con asombro y entusiasmo, no solo novelas en cuestión, sino también los cuentos que forman del presente volumen».
En el libro «Imaginando a Verne», Iván Rodrigo-Mendizábal selecciona un conjunto de relatos de lo que podríamos denominar una proto-ciencia-ficción. Es decir, un intento de escribir ciencia ficción, un prototipo que tardaría años en cuajarse. Claro está, que los textos son inspirados por la obra de Julio Verne. Hay claras referencias al autor francés. El cuento «Un viaje de prueba» de Alberto Arias Sánchez, publicado en una revista de Guayaquil llamada: En Ratos de Ocio, imagina una máquina voladora llamada máquina de Youbs, y asume un fantástico viaje. En otro relato llamado «Viaje alrededor del mundo en 24 horas» de Francisco Campos Coello, asistimos nuevamente a un viaje fantástico. Uno de los personajes indica que el inventó un nuevo sistema: «no de viajar alrededor del mundo en globo, sino de que el mundo viaje alrededor mío». Y así es como nos narra esta aventura. En otro relato, «La isla de los locos» de José Antonio Campos, publicado en 1893 en la revista el Globo Literario No. 4, asistimos a una lectura de unos textos encontrados de un Gran Capitán que navegó en varios océanos y encontró esta curiosa isla. De vuelta, el autor nos recuerda a «Escuela de Robinsones» de Julio Verne. En los textos subyacente una de las definiciones que muchísimos años después daría Isaac Asimov sobre la ciencia ficción. El memorable autor de Fundación mencionó que las historias de ciencia ficción son viajes a universos distintos, una aventura que conduce al lector por mundos extraños. En el caso de los autores ecuatorianos, sus viajes idean nuevas maneras de conducirnos por la Tierra, nuevas tecnologías.
Todos los relatos en esta selección establecen como puntos de partida la obra de unos de los padres de la ciencia ficción. Los escritores ecuatorianos en finales del XIX establecen una proto-ciencia-ficción, basada en dar giros de tuerca a la ideas verneanas, abrir posibilidades al abanico, una suerte de re-pensar en la extrapolación que Verne hizo en sus novelas. Incluso, como dato curioso -lo menciona Iván Rodrigo-Mendizábal— los editores de una de las obras de Francisco Campos Coello mencionaron que el autor fundaba una nueva escuela literaria en homenaje a Verne.
Lo valioso del libro «Imaginando a Verne», además de los textos de los autores ecuatorianos de regular y buena calidad, es la prolija investigación del catedrático Iván Rodrigo-Mendizábal. Una obra, sin duda, de un valor inmenso, que rescata las voces olvidadas de los albores de la ciencia ficción, y las coloca en la palestra contemporánea.
Nota: Artículo publicado orginalmente en la revista Amazing Stories