La lectura de literatura de ciencia ficción en el aula de clase*
Por Cristián Londoño Proaño
En el presente artículo se abordará cómo la literatura de ciencia ficción puede apoyar en el desarrollo cognitivo de los niños, niñas y jóvenes. Se estudiará el tema a partir de la experiencia personal como escritor de ciencia ficción, lecturas del género y la vinculación con lo estudiado por Anne E. Cunningham y Keith E. Stanovich.
Primero, establezcamos una definición de la literatura de ciencia ficción. La ciencia ficción es un género muy extenso y tiene muchas aristas. Hay varios autores del género que han tratado de definirla, pero en sus definiciones han excluido a uno o otro subgénero. La dificultad de definir el género radica, en primer lugar, que es un género que depende del propio autor. Si el escritor o el lector considera que una obra es ciencia ficción entonces lo es. Esta consideración hace que la definición se vuelva inestable y sin límites claros. Por otro lado, el problema de definir la ciencia ficción es complejo. Miquel Barceló señala: «El problema de la definición del género deriva directamente de la inexistencia de límites precisos para la temática y los enfoques que utiliza la ciencia ficción. Sus narraciones pueden transcurrir en el presente, en el pasado o incluso en un tiempo alternativo ajeno a nuestra realidad».
Ante esta posibilidad, tomo como referencia lo que Isaac Asimov, autor destacado del género, considera por definición de ciencia ficción: «La ciencia ficción y la literatura fantástica ( a las que podríamos reunir bajo el nombre de ficción surrealista) tratan de hechos que se desarrollan en contextos sociales que no existen hoy ni han existido en el pasado. En el caso de la ciencia ficción, el fondo surreal de la historia podría derivarse de nuestro propio medio a través de los cambios correspondientes en el nivel de ciencia y la tecnología». Es decir, para Asimov la literatura de ciencia ficción narra una historia que evidencia el posible cambio tecnológico y la percepción en la sociedad. Esto es importante en la ciencia ficción, más allá de que las historias tengan una carga imaginativa. En este sentido, el escritor de ciencia ficción debe imaginar nuevas palabras para tratar de definir el nuevo cambio tecnológico.
Por otro lado, en el artículo de Anne E. Cunningham y Keith E. Stanovich se menciona sobre que los niños y las niñas que tienen un mayor volumen de lectura van a adquirir un mejor vocabulario y por ende, mejorarán su capacidad cognoscitiva. Anne E. Cunningham y Keith E. Stanovich señalan que: «La mayoría de los teóricos concuerdan en que, en su mayor parte, la adquisición de vocabulario durante la vida de un niño ocurre indirectamente por la exposición al lenguaje más que por la enseñanza directa». Esto significa que los niños y niñas tiene oportunidades de ampliar su léxico en la lectura de libros y artículos. Es decir, la palabra escrita es lo que ayuda al desarrollo cognitivo. Pero señalan que los libros de mayor complejidad son los que entregan mejores posibilidades. Además establecen que: «Se argumenta o se da a entender a veces que algunos tipos de palabras presentes en el lenguaje impreso pero que no están representados en el lenguaje oral son palabras innecesarias —jerga innecesaria, palabrería académica, términos elitistas para darse una ventaja social, o palabras usadas para mantener el estatus de quien las dice pero que no sirven para un propósito funcional verdadero. Al observar la distribución de frecuencia de las palabras escritas y las habladas se constata que este argumento es completamente falso». Es decir, los niños y niñas necesitan leer un buen volumen de libros y esos libros deben «retar» su inteligencia, para que puedan desarrollar una experticia de convertirse en buenos decodificadores de palabras nuevas, y porque «hay bases para creer que el volumen de lectura facilita el aumento de la capacidad de comprensión».
Consideremos que la literatura de ciencia ficción es una lectura retadora para los niños y niñas por dos puntos básicos. En primer lugar, partamos del hecho que la marca ineludible de los géneros de la ciencia ficción y la fantasía es la creación de mundos, de realidades alternas. Por ejemplo, en la novela “Un mundo devastado” de Brian Aldiss, escritor inglés muy importante en el género, desarrolla su historia en un mundo futurista donde los mares están contaminados por la basura y los muertos. Los barcos son dirigidos por robots y sistemas automáticos de navegación que les permiten navegar sin descansar en ningún puerto. Y África es el único continente que sobrevivió a la catástrofe ambiental. El mundo creado por Aldiss no es nuestro mundo. Es un planeta enfermo y agotado que Aldiss nos transporta en su narración. Es un mundo diferente que los exploramos en la lectura.
Cuando escribí mi novela corta «Los Improductivos» imaginé una sociedad futura llena de clones humanos e insertos en una sociedad capitalista extrema. Una sociedad donde las leyes son ganar y perder. El ganador es el ser productivo. Mientras el perdedor es el improductivo. Pero la «Sociedad Productiva» no es muy distante a la sociedad contemporánea. Un mundo en que se realizan negocios bursátiles como en Wall Street, pero los operadores son un ejército de clones que son reemplazados al terminar su existencia útil, productiva. Es decir, una realidad muy cercana y al mismo tiempo lejana que tiene códigos propios.
En el lector de ciencia ficción, el descubrimiento de un mundo extraño hace que despierte su curiosidad. Muchas veces, la curiosidad domina al miedo que se puede sentir en un mundo que resulta apenas familiar. Hay que tomar en cuenta que la curiosidad del mundo extraño en las historias de ciencia ficción tiene su propio mecanismo y genera relaciones placenteras. La curiosidad se deposita en el personaje, que es la conexión que el lector tiene con ese mundo raro y establece una relación empática.
En segundo lugar, establezcamos que la literatura de ciencia ficción plantea palabras nuevas que hay que inferir o palabras que, al cabo del tiempo, terminan en el habla cotidiana. Por citar un ejemplo, Isaac Asimov en sus novelas inventó la palabra: “robótica”. Esta palabra ingresó al diccionario de la Universidad de Oxford, y el diccionario de la Real Academia de la Lengua (2016) lo define: «Técnica que aplica la informática al diseño y empleo de aparatos que, en sustitución de personas, realizan operaciones o trabajos, por lo general en instalaciones industriales». Hay muchas de las expresiones en la literaria de ciencia ficción no pueden ser consideradas como metáforas. Por ejemplo, cuando un autor señala: “el techo se disolvió”, es efectivamente, el techo se disolvió.
El enfrentar a nuevos mundos y palabras nuevas, hacen que la literatura de ciencia ficción puede ser un literatura ideal para que los estudiantes pueden aumentar sus niveles de decodificación y de comprensión. Es decir, la literatura de ciencia ficción puede hacer que “los estudiantes estén progresando sólidamente en sus habilidades para reconocer y decodificar palabras”.
La lectura de literatura de ciencia ficción puede ser una de las lecturas que se pueden “proporcionar a todos los niños, sin importar sus niveles de logro”, para proporcionales un volumen del lecturas interesantes y de una complejidad mayor. Referencias
Asimov, Isaac. (1981). Asimov on Science Fiction. New York, USA: Editorial Avon Books.
Barceló, Miguel (2015). Ciencia Ficción: Nueva guía de lectura. Barcelona, España: Ediciones B.
Cunningham, A. E., & Stanovich, K. E. (2007). Los efectos de la lectura en la mente. Estudios públicos, (108), Santiago de Chile (Chile). Foto: Imagen de Jonny Lindner en Pixabay
*El presente ensayo se presentó en "Fronteras del Conocimiento" en el Doctorado en Comunicación en la Universidad de los Andes, Chile.