El futuro: pan nuestro de cada día
Unas de las temáticas más empleadas en los relatos, novelas, cómics, películas y series de ciencia ficción es la visión del futuro. Los ambientes futuristas fueron descritos y retratados de distintas maneras en las obras del género. Este método es la columna vertebral en el género y se lo llama extrapolación. Autores como Miquel Barceló y Scott Card mencionan en sus libros que es una cualidad «casi» sine qua non de la ciencia ficción. Todos los escritores y creadores de ciencia ficción describen sus visiones particulares del futuro. Muchos de ellos los hicieron como utopías, dispotías o antiutopías. En algunos casos, lograron acertar el futuro. Por ejemplo, el caso de Julio Verne.
Hay dos puntos de vista que hay que tomar en cuenta. El primero, los escritores y creadores de ciencia ficción describen un extremo de nuestra propia realidad. Extremos que, quizás, la humanidad pueda llegar a vivir y que no pueden ser descartados, aunque sean descabellados. Igual que en su momento, varios intelectuales, científicos y religiosos consideraron «loco» a un tal Galileo Galilei que planteó que los planetas como la Tierra giraban alrededor del Sol. Y en segundo lugar, en la extrapolación hay una profunda denuncia social. Pensemos en «1984», célebre novela de George Orwell, donde se retrata una sociedad opresora y totalitaria. En 1947, año en que George Orwell escribió su novela, Inglaterra sale paulatinamente de la Segunda Guerra Mundial, que la sometió a una depresión y muchas de las decisiones que se tomaron, amparados en rehabilitar la economía, develaron la verdadera naturaleza del capitalismo: el consumo de mano de obra no pensante. Orwell retrata, indirectamente, la sociedad totalitaria Nazi de Hitler y la Inglaterra de la post-guerra.
Ahora, pensemos en «Fahrenheit 451», novela de Ray Bradbury. Esa novela que trata la vida de un bombero que quema libros por orden del gobierno y el amor de una chica le hace que tenga dudas sobre el sentido de la felicidad. Cuando Bradbury escribió su novela en 1953, los Estados Unidos ya tenían 6 años de Guerra Fría con la extinta URSS. Ciertos libros eran «quemados» por orden del gobierno, los libros que se señalaban como comunistas, que podían alejar a la población de la senda capitalista.
En la televisión hubo descripciones de universos futuros ciertamente más esperanzadores como el caso de la serie de Ciencia Ficción «Babylon 5», creada J. Michael Straczynski, y producida por Douglas Netter y J. Michael Straczynski para la cadena televisa norteamericana TNT. En dicha serie, se retrata a la humanidad varios siglos en el futuro. En el espacio hay un base espacial, administrada por terrestres, donde convergen las distintas razas de la galaxia conocida. En 1994, año en que comienza el creador J. Michael Straczynski a escribir la serie, los problemas migratorias son más álgidos en los Estados Unidos, especialmente en la frontera Sur con México. Nada extraño resulta que en uno de los episodios se plantee un problema con razas alienígenas desconocidas en la frontera no conocida.
Otro ejemplo, en mi novela de ciencia ficción «Los Improductivos» planteo un futuro alterno. En esta novela, hay una sociedad hecha por la Revolución Productiva que dividió a los individuos en productivos e improductivos. Hizo mejoras genéticas a los seres humanos e hizo clonación humana. Los seres productivos se dedican a producir y los seres improductivos son descartados y enviados a un banco de órganos. Es decir, es un sociedad totalitaria y cruel, que no admite las fallas ni las diferencias. En mi caso, soy testigo de una sociedad que cada vez se deshumaniza más y el capitalismo se vuelve más agresivo con el hombre y lo reduce a un estado de máquina-hombre. El modelo de la Revolución Productiva no me parece disparatado, sino cercano.
El futuro en la ciencia ficción es una proyección de los eventos que ocurren en la realidad próxima del creador o escritor de ciencia ficción. Esta proyección puede extremarse y plantear situaciones que están más allá de las posibilidades. Es precisamente el aporte valioso de la ciencia ficción, la visión futurista de otros actores, de otros escenarios. El poder colocar en una creación, a modo de laboratorio, la naturaleza humana en profundos conflictos sociales y éticos.